lunes, 23 de septiembre de 2024
Muletillas
Abrazos
En la escuela primaria aprendimos que el Abrazo de Yatasto entre los dos próceres máximos de la Independencia, había tenido una significación trascendental. Tal vez no nos quedaba muy claro de qué se trataba, pero no nos lo enseñaban como un encuentro, una conversación, un compromiso. Era un abrazo.
Cincuenta años atrás, con mis amigos adolescentes nos saludábamos con un apretón de manos o un abrazo; nada de besos entre los varones.Durante la pandemia por Covid, con las reglas de la distancia social, del no contacto físico, una de las cosas que más me costó fue el abrazo reprimido. Por alguna razón, socialmente hablando el abrazo me significa mucho más que un beso.
“Abrazo de oso” suele decirse o escribirse a modo de saludo. “Abrazo rompecostillas”, escuché decir entre colegas radioaficionados. Ambas expresiones hablan de la intensidad que encierra el abrazo.
El abrazo físico implica conexión, cercanía, refiere poner mi corazón junto al tuyo y hacerlos latir el uno contra el otro. El apretón de manos se complementa con la mirada cara a cara, con las miradas que se entrecruzan. El abrazo, ante la imposibilidad de mirarse mutuamente, vuelca su sentimiento en ese estrecharse de torsos, en sujetar o palmear la espalda o el hombro para transmitir el sentimiento de afecto.
En esos brazos
que estrechan va el alma misma, sincera, abierta, plena. La vida misma en un
abrazo.
sábado, 21 de septiembre de 2024
Patitos
Desde el portón del fondo del taller, el mecánico lo veía a menudo: un rubiecito de menos de cuatro años caminaba media cuadra, sentaba a la sombra de un paraíso de la vereda de enfrente, junto a la calle cortada, y compartía con ellos pellizcos de pan, o granos de maíz, o alguna otra cosa que picoteaban con ansias.
Una mañana la portada del diario dio cuenta de la desaparición de una profesora. Separada de su esposo, quien vivía con sus hijos a cincuenta metros del taller mecánico, se había mudado a unas veinte cuadras de allí. La noche de su desaparición su hijo más chico estaba con ella. Lo encontraron los vecinos en la madrugada, llorando en la vereda, sin nadie que lo cuidara.
En pocos días la desaparición de la profesora mutó en crimen, y su exesposo, en sospechoso. La prensa amarillista hizo guardia permanente en la puerta de su casa y desde un techo lindero mostró el jardín posterior de la vivienda, ahora deshabitada. Llamó la atención media docena de patitos hambrientos. El mecánico cayó en la cuenta: hacía varios días que no veía al rubiecito y sus mascotas a la sombra del paraíso.
martes, 17 de septiembre de 2024
Los lindos y los feos
“Siempre asociamos al tipo lindo con la simpatía y al feo con la antipatía. Al feo lo marginamos, lo desplazamos. Hay que reivindicarlo”. Más o menos eso reflexionaba un hombre de poco más de cuarenta años, sentado a la mesa de un café.
Mirando a los ojos a su interlocutor, el filósofo de entrecasa continuó diciendo que el mundo está como está por una cuestión de subjetividad, porque se tiende a juzgar al prójimo por la mera portación de cara. Ya Cesare Lombroso había enunciado la teoría según la cual hay rasgos faciales y físicos en general que caracterizan al criminal. El lombrosianismo fue dejado de lado hace algunas décadas, pero donde hubo fuego, cenizas quedan, dicen los viejos sabios.
Mientras tanto, el hombre del café coronó sus elucubraciones estéticas: “Estoy seguro de que si apostamos más a los que a primera vista resultan antipáticos, a la larga nos encontraremos que son mejores personas que los carilindos entradores”.
Tan atendible como discutible. Al menos en política, ni lindos ni feos han dejado buenos recuerdos.
lunes, 19 de agosto de 2024
No hay silencio
En la noche profunda y silenciosa resuena el croar inmenso de las ranas; un torrente fluido de agua en movimiento, el silbar del viento en carrera sin rumbo.
El silencio se desgarra en el canto de las chicharras de la siesta nocturna. El trino de pájaros sin vuelo hilvana una guarda en la raya de un silbato monótono y prolongado.
Me dicen que el silencio es saludable, placentero. Les digo que el silencio absoluto no existe, que nunca lo conocí, ni siquiera en la soledad de las sierras, ni en el mar calmo, ni en los atardeceres de la vasta pampa... Que todo lo anterior resuena permanentemente en mí.
Tinnitus y acufenos, como gusten llamarlos –no hace mucho que sé que son los ocupas de un silencio que nunca tuve- . Desde siempre habitan mis silencios, murmuran cuando necesito concentrarme; ellos arrullan mis noches hasta que el sueño los hace callar. Y están allí, a la mañana, para habitar mi cabeza en todos y cada uno de mis momentos de quietud.
jueves, 15 de agosto de 2024
Los mates nunca mueren
Los mates nunca mueren. Llega un momento de su existencia, claro, en el que por su cansancio deben llamarse a reposo. Pero los mates, sean del material que sean, no se descartan, no se tiran. ¿Por qué?
Porque el mate siempre se comparte aún cuando el que lo toma está solo. Porque si el mate no es motivo de agasajo, si no es compartido entre dos o más personas, a menudo el matero solitario lo toma para saciar su apetito pero también para hacerse compañía. Y cuando es compartido es siempre sinónimo de bienvenida.
Dicen que en su interior conserva ruedas de amigos conversando, paisajes y caminos recorridos, gente trabajando; el devenir de las olas del mar, el arrullo de un arroyo, el canto de los pájaros, los perros ladrando en la lejanía, el silencio de las largas noches, el frufrú de las copas de los árboles al menearse... Todo eso anida en su corazón.
Porque los mates usados son portadores de vida. Cada uno de ellos, en cada cebadura, transmitió la emoción de la amistad, como un abrazo. Pequeñeces, tristezas, problemas, alegrías, sueños, proyectos, decisiones, afectos; todo eso se mezcló con el agua y la yerba a lo largo de la vida útil de cada mate.
Vacíos y estériles, nos muestran por dentro y por fuera las marcas del tiempo, del uso, del migrar constantemente de una mano a otra, acompañando la vida de sus antiguos dueños y convidados. No están vacíos, están llenos de espumosa historia.
lunes, 12 de agosto de 2024
Rita reta a Rito
Rito torra de a ratos. Rita lo reta, lo trata de rata, de turro. Repta Rito en la tierra, se arrastra en tórrido terreno, repta y rota a la torre; roto el tarro -tirria y arrebato-, trota con treta y un tanto de resto. Traga en ritual tarta tartufa; trémulo, trae el catre, Rito atorrante. Rita está harta.