Todos, de alguna manera, encumbramos
la figura de nuestro padre, más aún si ya no lo tenemos con nosotros.
No digo
que le haríamos un monumento pero estoy seguro de que con el socorro del
tiempo, que ayuda a decantar las cosas negativas, redescubrimos sus virtudes y
las revalorizamos. Y con orgullo las comentamos o las mostramos con las
personas cercanas.
Tratamos de remarcar su pertenencia a la comunidad, y
recordarlo es como leer un trozo de su vida, es como elevarlo a la categoría de
prócer, por lo menos familiar.
Hoy, Día del Padre en nuestro país, quise retomar este párrafo escrito y publicado hace un año y acompañar la foto de mi papá Humberto junto al suyo, mi abuelo José.