El
nombre del mes en el que estamos, abril,
deriva del latín "aprilis"
y éste de "aprire" (abrir), porque es la época de la
primavera nórdica en la cual comienzan a abrir las flores, a desarrollarse la
vegetación. Acá, en el sur órbico,
es otoño y, muy a pesar del calentamiento global, las plantas tienden más a ser
oclusivas que aprilistas.
Pero lo que sucedió hace 1564 semanas resultó bien
primaveral. Hace treinta años todavía se diferenciaban bastante bien los
cambios de estación y dado que estaban en otoño, ella decidió estrenarse el
pulóver color magenta que había comprado en la liquidación de El Siglo, durante los últimos latidos de
la por entonces prestigiosa casa de ropa masculina. Habían ido a revolver
estanterías, muebles y trastos viejos para nutrir la escenografía de una obra
de teatro y ella aprovechó la ganga del abrigo de lana, cuello redondo.
Pasaron 360 meses y les parece que fue ayer cuando encararon
el paseo por San Telmo. Escucharon a músicos y poetas, apreciaron a otros
artistas, vieron infinidad de antigüedades, lo mismo que a personajes que por
su atuendo o actitud llamaban por mucho la atención. Y tomaron no pocas
fotografías aún cuando la técnica seguía siendo con rollo de celuloide para
luego imprimir las tomas sobre papel. Ese día él no pensaba en el costo del
laboratorio. Simplemente encuadraba, enfocaba y gatillaba. Arrastraba con la
palanca para un nuevo fotograma y nuevamente a encuadrar, enfocar y gatillar.
Casi sin darse cuenta caminaron tomados de la mano. Algo lo
deslumbraba de ella y no era su pulóver color magenta. Tal vez su peinado
asimétrico, quizás sus ojos llenos de noche estrellada y su sonrisa
abizcochada.
Cuando el sol empezó a estirar las sombras guiaron sus pasos
hacia el café Tortoni: claramente era una tarde vintage pero eso no era lo
principal del paseo. Repusieron fuerzas, charlaron, se rieron y emprendieron el
regreso a casa. Hace 10.957 días la autopista a La Plata era una quimera aún y
el acceso Sudeste resultaba –créase o no- la vía más recomendable. Otros
tiempos, claro.
A mitad de camino –ya en la ruta 36- él sintió que el otoño
era particularmente primaveral entre ellos. Salió a la banquina y detuvo el
motor. Sudaba como en verano. Ella le preguntó si se sentía bien; él le dijo
que sí pero que no podía hacer todo a la vez y la miró a los ojos. Se rieron.
Ella le dijo que sí.
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17 abr 18