Mostrando las entradas con la etiqueta radio. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta radio. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de agosto de 2020

Cien de radio


      Casi las 8 de la noche. ¿Habrá sido a esta hora? ¿O más temprano? Tal vez, más tarde… Lo que sí es seguro es que hace exactamente cien años, un siglo, nacía la radiofonía con el formato que le conocemos hoy: con programación, con música; pronto, también, con reclames, como se les llamó antiguamente a las publicidades.

      Enrique Telémaco Susini impostó su voz y se largó ante un primitivo micrófono: “Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina”… y acabó presentando la ópera Parsifal, de Richard Wagner, directamente desde el teatro Coliseo de Buenos Aires. 


La Philco familiar de cuando yo era chico

      Con Susini estaban también Miguel Mujica, Luis Romero Carranza y César Guerrico. El cuarteto pasó a la historia como “los Locos de la Azotea”, dado que en esa ubicación del teatro instalaron el “poderoso” transmisor. La antena, en el techo contiguo que pertenecía a la casa de remates “Guerrico y Willliams”. Este Guerrico, padre de César, no era otro que José, presidente de la Sociedad que fundó mi pueblo, City Bell, y que sería también intendente de la ciudad de Buenos Aires, entre otros cargos de figura.

      Los Locos eran, en rigor, radioaficionados. Vale decir que la radiofonía existía desde antes. Lo que ellos hicieron fue, primero, el transmisor. Y luego, aquel glorioso 27 de agosto centenario, dieron la puntada inicial a una radiofonía con programación extendida en el tiempo y que ese día habría sido sintonizada, con suerte por medio centenar de receptores de galena en la ciudad de Buenos Aires.
      Mis afectos con la radiofonía arrancaron con un aparato Philco Tropic valvular encaramado en una repisa en lo alto de la pared de la cocina de casa, altura que, con los años, no era tanta. Ambas, radio y repisa, conviven en la plenitud de sus funciones en mi rincón de trabajo hoy.
      
      Tengo muy presente en la memoria de mis cinco añitos la noticia del derrocamiento del presidente Illia. Creo que se trata de mi primer registro de la radio como medio informativo. Es inevitable evocar nombres, voces y programas, tanto como dejar muchos afuera. Algunos por desconocimiento de entonces; otros, por desmemoria de ahora.
      Hugo Guerrero Marthinheitz, Antonio Carrizo, Alberto Magdaleno, Julio Lagos, Pedro Aníbal Mansilla, Nora Perlé, Ariel Delgado, Pinky, Jorge Fontana, Héctor Larrea, Víctor Sueiro, Blakie, Beto Badía, Leo Rivas, Betty Elizalde, Graciela Mancuso, Alberto Tahler, Enrique Manchini, Quique Pesoa, Luis Garibotti, Marisa Cassia, María Ester Vignola, Rina Morán, Calle Corrientes, La revista dislocada, La gallina verde, Rulos y moños, Garaycochea, Miguel Ángel Merellano, El show del minuto, Carburando, José María Muñoz, Benardino Veiga, Fioravanti, Faustino García, Fernando Bravo, Rubén Aldao, Daniel López, Ricardo Jurado, Eduardo Aliverti, Luisa Delfino, Juan José Lujambio, Alberto Hugo Cando, Raúl Urtizberea, Omar Cerasuolo, Osiris Troiani, Magdalena Ruiz Guiñazú, Oscar Gómez Castañón, Las dos carátulas, El rotativo del aire y sus trompetas, el gong de radio El Mundo… Además, radios Belgrano, Provincia, Universidad, Rivadavia, Colonia, Carve, Real, Splendid, Excelsior, Continental, Argentina, Antártida, del Plata, Nacional, la FM 103 Inolvidable, Municipal y, muchísimo más acá en el tiempo, radio Signo con mi experiencia junto a Juanjo Vendramin, Hablando de City Bell. Y siguen las firmas y la nostalgia. O, como dijo la poeta, mucha “dulzalgia”.


      La radio, la que creían muerta con la aparición de la televisión, la que no podría contra internet y las emisoras on line, la amplitud modulada que caería rendida a los pies de la frecuencia modulada, sopla hoy cien jóvenes y fortalecidas velitas.
      Por su fidelidad, su compañía, su cualidad de ejercitar nuestra fantasía, su poder de introducir la cultura en nuestros hogares, por haber sido convocante de la familia, por acercarnos las emociones de un partido de fútbol y de un aterrizaje en la Luna, por contarnos las cosas antes de que aparecieran los diarios y por seguir firme en el aire a pesar de su siglo en el éter, gracias, salud y larga vida.

lunes, 27 de agosto de 2018

Encuentro con los locos de la azotea

    Cualquier persona de "cierta" edad, o cualquiera que tenga cierto flirteo con la radio (hay muchos más de los que uno pueda creer), tiene una cierta idea de lo que es una radio de galena. Se trata del primer modelo fabricado de receptor de radio, que funcionaba sin electricidad ("sin cable, sin pilas", decía una vieja publicidad de Magiclick) y con un trocito de piedra para lograr la sintonía. Esa piedrita es la "galena", una aleación de plomo y azufre o, como indican los libros de química, sulfuro de plomo.


Lo cierto es que la sala de transmisión del Radio Club City Bell se revolucionó aquel sábado septembrino en la tardecita, cuando LU9DGD llegó portando debajo del brazo uno de esos antiguos receptores de la década del '20.

Los "locos de la azotea"

    Vale decir que el 27 de agosto de 1920, cuando desde la terraza del teatro Coliseo de Buenos Aires se hizo la primera transmisión de la historia de la radio (la primera con continuidad, corresponde aclarar) había en la ciudad una treintena de esos aparatos de muy sencilla confección. Entre ellos estaba el de la familia del futuro actor y locutor Juan Carlos Thorry, que escuchó la ópera Parsifal, de Richard Wagner, mientras se la representaba en la sala del Coliseo. A los autores de la proeza radial se los llamó "los Locos de la azotea" y eran Enrique Telémaco Susini, Miguel Mugica, César Guerrico y Luis Romero Carranza.


Locos unidos
    Los radioaficionados no son los que escuchan radio, precisamente, sino quienes se dedican a comunicarse a través de transmisores y receptores, con una especial inclinación por la técnica radioeléctrica, y con ese fin se nuclean en un radioclub. Cada uno tiene una señal distintiva, que en la mayoría de los casos comienza con las letras "LU" para los argentinos, aunque no son pocos los que llevan las siglas "LW". Hay quien afirma que lo de "LU" viene por "Locos Unidos", pero eso es puro cuento.

    Quedamos, entonces, en que el sábado despertó curiosidad el aparatejo llevado por LU9DGD. El primero en demostrar su entusiasmo fue LW9DBU, experto en coleccionar y hacer funcionar cualquier cosa que sirva para hablar o escuchar, mejor aún si es antigua.

    LU1EOT no le sacaba un ojo de encima al engendro, pero el otro lo tenía enfocado hacia el ventanal que da a la calle 10: estaba más preocupado por la caída del satélite de la NASA y cuya ruta era desconocida por los propios científicos espaciales. Ni siquiera LU9DAP, que suele conectarse a través de su equipo de radio con la Estación Espacial Internacional, tenía idea de adónde iba a caer la chatarra del tamaño y peso de un ómnibus en hora pico.
La radio de galena.


    Por su parte LW1DTY, desde su posición de presidente de la entidad y cebador de mate, parecía bastante escéptico respecto de las posibilidades de que la antigüedad volviera a emitir algún sonido. A él déjenlo subiendo videos de música romántica en el Facebook.

    LU9DGD relató cómo había conseguido el receptor a través de Internet y que lo único que le faltaba era, precisamente, la galena. Pero que gracias a una compañera de trabajo que estudió astrología, que tira las cartas y "anda en esas cuestiones de las piedras energéticas, las esencias y demás", encontró cerca de su trabajo un comercio donde le vendieron dos cascotitos por veinte mangos en total. Contó también la cara que le puso la vendedora cuando él le explicó que quería las piedras para hacer funcionar una radio. Habrá pensado que era una nueva forma de brujería, o que el cliente era demasiado devoto de san Expedito. 

    Luego de varias pruebas pudo comprobarse que los auriculares no funcionaban. No son audífonos cualesquiera, como los que se usan para escuchar hoy en día. Tienen alta impedancia y no es fácil conseguirlos. Y si tenemos en cuenta que éstos han de tener alrededor de 90 años, su mutismo no podía sorprender a nadie.

    LW9DBU salió disparado y regresó en pocos minutos con unos auriculares y un diodo de germanio, indispensable para reemplazar a la galena en caso de que ésta no sirviera. No por nada LU9DAP había opinado que la roca tenia demasiada mica, lo cual atentaba contra su capacidad conductiva.


Una voz en el audífono
    Cayó también LW1DZT y no podía creer lo que estaba ante sus ojos. Sin embargo, sabedores de su gusto por los desafíos, sospechamos que esa reliquia era poca cosa para él: apenas una bobina, unos auriculares, unos pocos cables y un cachito de piedra. Nada de transistores, capacitores, resistencias, integrados, chips y circuitos impresos, de esos que lo desvelan como a él le gusta.


    Las piedras conseguidas por LU9DGD eran, por su tamaño, ideales para tirar con la gomera, pero un poco grandes para hacer sintonía con la radio. Fue así que, pinza en mano, se dedicó a trozarlas hasta obtener una a su gusto, y millones de partículas más se desparramaron sobre la mesa como si se hubiera roto un sobre de brillantina.

    LW9DBU seguía manipulando con el téster y un cablecito (conocido como "bigote de gato") sobre un resto de galena. LU9DGD se puso los auriculares y, de repente, acordes de música clásica se oyeron desde lo más profundo de los auriculares. La noticia no podía ser mejor: justamente LU9DAP, que además de radioaficionado es médico, acababa de comentar que no consigue una emisora que difunda música clásica para escuchar en la sala de espera de su consultorio. Ni él ni sus pacientes son muy amantes de la cumbia villera y los Wachiturros, que es lo que prolifera en el dial radiofónico. De todo modos comprendió que una radio de galena no era lo mejor para sus necesidades, aunque pareció verse en sus ojos claros un viso de esperanza.

    "Ha de ser el espíritu de la pitonisa" arriesgó, aludiendo a la compañera de trabajo que orientó en la compra de las piedras, o tal vez a la mujer que las vendió. Pero los espíritus y las pitonisas no tocan música, y mucho menos la de Mozart o Beethoven.


Ayer es hoy
    LW9DBU saltaba de alegría. LU1EOT se olvidó del satélite y se calzó los auriculares y a LU9DGD se le piantó una lágrima de emoción. LW1DZT y LW1DTY se sumaron al trascendental momento y se lo comentaron por teléfono a LU8EBX que había llamado en ese momento. LU8EBX es uno de los fundadores del Radio Club City Bell y es casi tan antiguo como la radio de galena.


    Ya casi era hora de irse. A muchos les quedó la sensación de que ese sábado no habían contactado con ningún colega "LU" ni mucho menos habían hecho un DX (comunicaciones con estaciones muy distantes). Pero tenían la casi convicción de que esos acordes captados con la galena estaban ahí encerrados desde hacía mucho tiempo. Nadie se animó a afirmarlo, pero olían rancio y parecían llevar la impronta de Wagner

martes, 3 de octubre de 2017

La vieja radio sigue latiendo

Parece que era cierta, nomás, aquella idea infantil de que había unos tipitos así de chiquitos dentro de la radio de cuando éramos chicos que hablaban, cantaban o tocaban música cada vez que el aparato era encendido. Y que cuando era apagado, se dormían en su interior, acurrucados en un rincón a la espera de que la perilla volviera a la posición de encendido.

La Philco Tropic presidía la cocina de casa.

Hace un par de domingos, cuando la Philco Tropic con gabinete de baquelita que vivía en aquella repisita casera en lo alto de una de las paredes de la cocina volvió a ser enchufada y encendida, después del ineludible tiempo de espera para que las válvulas se calentaran y una tormenta ruidosa desempolvó el parlante, girando el dial se oyó la voz inconfundible de un locutor de aquellos tiempos en los que a estos señores se los llamaba speakers.

Recuerdos en el éter
Era un programa de tangos en la mañana dominica y si no fuera porque en algún momento la voz de Arturo Furnó identificó a la emisora como Estación 8-20 transmitiendo -desde Lomas de Zamora- el programa Cuando tallan nos recuerdos, el cronista estaba creído que se trataba de una propalación al éter de radio Stentor, o Prieto, o Porteña...

El tono, la prosa y la cadencia del locutor parecían traídos de un tiempo lejano. La tormenta eléctrica que se abatía aquel día contribuía a recrear una transmisión de aquéllas, y si algo faltaba al cuadro nostálgico, era el sentimiento del conductor del programa. "Escuchamos la voz de Fulanito de Tal, que nos dejara lamentablemente en tal fecha"... "Era Mengano, que se fue con el Señor tal otro día"...

Y el clímax fue -y cómo no- tras escuchar a Carlos Gardel en Arrabal amargo: Furnó se despachó con un "Gracias por estar en mi programa, querido papá de todos los cantores".

Una radio en el hogar
A través de ese receptor radial supimos ser parte de Calle Corrientes, La revista dislocada, El show del minuto, La gallina verde, Rulos y moños, Charlando las noticias, Rapidísimo, Mañanitas camperas, Fontana show, La vida y el canto... aquellos programas que se escuchaban en casa durante los años '60 y principios de los '70 y por los cuales el escriba empezó a sentirle el gustito a eso que es la radiofonía.

Por esa radio supimos de Horacio S. Meyriale, de Blakie, de Roberto Gil, de Sandrini, de Délfor, Garaycochea, Merellano, Ricardo Jurado, Julio Lagos, Héctor Larrea, Jorge Fontana, Rina Morán, Horacio de Dios, el peruano Guerrero Marthineitz, María Esther Vignola, Antonio Carrizo, Jorge Vaccari...

También supimos, cómo no, del derrocamiento del presidente Arturo Illia, circunstancia ésta y otras similares que ameritaban correrse hasta el principio del dial para sintonizar radio Colonia con el estilo inconfundible de Ariel Delgado en la locución de noticias.

Hay unos tipitos adentro
Los domingos la radio parecía preparada sólo para propalar tangos o carreras de Turismo de Carretera. Rara vez el fútbol se metía en su rutina de Rivadavia, Continental, Belgrano, El Mundo, Splendid o Provincia.

Por eso, porque en esa Philco escuchamos a Julio Sosa, Alfredo De Ángelis, Darienzo, Basso, Fresedo, no nos sorprendió que el dos por cuatro brotara con afán cuando muchos años después volvimos a encenderla. Es que aquella fantasía de los tipitos habitando la radio parecía recrearse y hasta confirmarse. No podía ser que después de tantos años, con lo mucho que ha cambiado la radiofonía, en la vieja radio volvieran a escucharse tangos de aquella época y en un programa de estilo tan cincuentero.

Es que la magia de la radio sigue viva. Eso es evidente. Gracias a Dios.



sábado, 10 de junio de 2017

La radio siempre presente

En este trance de la convalescencia -me encamino a los dos meses de reposo primero absoluto, luego me levantaba sólo para comer, luego mitigado y ya tengo permiso ahora para caminar algunas pocas cuadras- he hecho cosas que jamás hice, como ver películas enteras en la tele.

En ese contexto hace un par de semanas mi amigo Fernando Arias España hizo lo que su espíritu de vecino, solidario y radioaficionado le inspiró: me trajo un dvd con la película "Si tous los gars du monde" (Si todos los hombres el mundo) filmada en 1956 por el francés Christian Jaque.

Brevemente: quince pescadores entre los que hay italianos, franceses, bretones y un africano contraen botulismo en alta mar y su vida dependerá de la medicación que se les pueda hacer llegar en un lapso de doce horas cuando ellos están a dos días de la cosa noruega.

Llamados reiterados de radio, un radioaficionado que capta el S O S en Togo y entonces la historia se convierte en la gran carrera que éste y otros radioamateurs emprenden para conseguir un médico que los diagnostique a través de las ondas hertzianas, dé las indicaciones médicas y se sumen otros eslabones que incluyen azafatas pilotos, civiles y militares que en algún caso juega su vida para hacer llegar la medicación a un avión que partirá desde el lado comunista de Berlín. Todo eso antes de transcurridas doce horas desde el momento el diagnóstico.

La solidaridad entre desconocidos en tierra, los caracteres (des)encontrados abordo con la muerte respirándoles en la nuca, y el final feliz previsible para una historia donde el verdadero protagonista es la radio como medio alternativo, eficiente y solidario de comunicación.

Yo no estoy en el Lutecia (nombre del barco en cuestión), pero le agradezco a Fernando la visita, la lata de yerba y la película con que vino provisto para ayudar a mi cura. 5-9 lo suyo, colega, haciéndote presente aún sin necesidad de prender tu radio.

Si gustan, acá está el link de la película:
 http://extremp3.com/GY5pLSeZhkA@Si_todos_los_hombres_del_mundo_Francia_1956.html

Logo

Logo
Principal