Mostrando las entradas con la etiqueta San Telmo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta San Telmo. Mostrar todas las entradas

lunes, 16 de abril de 2018

Hace 10.957 días


El nombre del mes en el que estamos, abril, deriva del latín "aprilis" y éste de "aprire" (abrir), porque es la época de la primavera nórdica en la cual comienzan a abrir las flores, a desarrollarse la vegetación. Acá, en el sur órbico, es otoño y, muy a pesar del calentamiento global, las plantas tienden más a ser oclusivas que aprilistas.

         Pero lo que sucedió hace 1564 semanas resultó bien primaveral. Hace treinta años todavía se diferenciaban bastante bien los cambios de estación y dado que estaban en otoño, ella decidió estrenarse el pulóver color magenta que había comprado en la liquidación de El Siglo, durante los últimos latidos de la por entonces prestigiosa casa de ropa masculina. Habían ido a revolver estanterías, muebles y trastos viejos para nutrir la escenografía de una obra de teatro y ella aprovechó la ganga del abrigo de lana, cuello redondo.

         Pasaron 360 meses y les parece que fue ayer cuando encararon el paseo por San Telmo. Escucharon a músicos y poetas, apreciaron a otros artistas, vieron infinidad de antigüedades, lo mismo que a personajes que por su atuendo o actitud llamaban por mucho la atención. Y tomaron no pocas fotografías aún cuando la técnica seguía siendo con rollo de celuloide para luego imprimir las tomas sobre papel. Ese día él no pensaba en el costo del laboratorio. Simplemente encuadraba, enfocaba y gatillaba. Arrastraba con la palanca para un nuevo fotograma y nuevamente a encuadrar, enfocar y gatillar.

         Casi sin darse cuenta caminaron tomados de la mano. Algo lo deslumbraba de ella y no era su pulóver color magenta. Tal vez su peinado asimétrico, quizás sus ojos llenos de noche estrellada y su sonrisa abizcochada.

         Cuando el sol empezó a estirar las sombras guiaron sus pasos hacia el café Tortoni: claramente era una tarde vintage pero eso no era lo principal del paseo. Repusieron fuerzas, charlaron, se rieron y emprendieron el regreso a casa. Hace 10.957 días la autopista a La Plata era una quimera aún y el acceso Sudeste resultaba –créase o no- la vía más recomendable. Otros tiempos, claro.

         A mitad de camino –ya en la ruta 36- él sintió que el otoño era particularmente primaveral entre ellos. Salió a la banquina y detuvo el motor. Sudaba como en verano. Ella le preguntó si se sentía bien; él le dijo que sí pero que no podía hacer todo a la vez y la miró a los ojos. Se rieron. Ella le dijo que sí.

--------------------
17 abr 18

domingo, 1 de octubre de 2017

La Historia en un papel

    Donde menos lo sospechamos hay un cachito de historia esperándonos. Es que hemos crecido con un concepto según el cual la Historia está encerrada en los libros o en las vitrinas de los viejos museos y por eso nos cuesta tanto, a veces, relacionar un concepto aprendido con un objeto observado. Poco nos dice que ese objeto haya pertenecido a Fulano o Mengano si no conocemos la cotidianidad del personaje, los usos y costumbres de la sociedad y la época en que se desenvolvió.

    Nos pasó con la historia de City Bell. Cuando comenzamos a trabajar en el orden del material del que disponíamos, con la mirada puesta en escribir el que acabó siendo el primer libro con la historia local, nos encontramos paralelamente con objetos que habían pertenecido a la familia Bell y al personal de la Estancia.


Tuvimos en nuestras manos la documentación original que dio entidad jurídica al pueblo y la que daba testimonio de cómo la zona había ido pasando de mano en mano. Ya no nos la estaban contando, ya no la estábamos viendo: la estábamos tocando, palpando.

Estábamos escuchando dar las horas al reloj que perteneció a la sala del casco de la Estancia Grande. Teníamos notas y correspondencia inherentes al funcionamiento de la nueva villa. Pusimos nuestro ojo en el visor de la cámara fotográfica con que Tobi Büchele registró escenas de aquellos ya centenarios tiempos y, cien años después, estábamos ocupando su lugar.

    La Historia, entonces, forma parte de nuestro pasado en tanto y en cuanto nos cuenta sobre los tiempos idos, pero también de nuestro presente, dado que permanece viva en los objetos que alguna vez fueron adornos, herramientas, utensilios, impresos, arte.

Días pasados nos encontramos con la historia de un pedacito de City Bell en un aviso de venta: “Afiche Carnaval, Paginas De Oro, Americo De Rose - City Bell”. Se trataba de un afiche callejero original que promocionaba los bailes del Argentino Juvenil Club en sus años de gloria de finales de la década de 1940 y mediados de la siguiente.

Tenemos avisos recortados de los diarios, como quien ha querido guardar esos trocitos de papel impreso como recuerdo, como testimonio o lo que sea. Pero nunca habíamos visto un afiche de gran tamaño y en tinta color.

Sabíamos de esos artistas porque sus nombres los hemos escuchado de labios de nuestros padres. Valoramos el pasado del club de Cantilo y 19 porque en aquellos años esplendorosos, don Domingo Molfino, abuelo de este cronista, fue presidente de la Institución hacia 1956 o 1957.

Entonces, encontrarnos con ese trozo de papel amarillento de setenta centímetros por un metro detallando las atracciones de esa noche de Carnaval de hace unos sesenta o setenta años, escondido en un rincón del mercado de San Telmo, fue toparnos con cachito de historia del Club, de la de City Bell, y de la familiar misma.
   
    A los diseñadores gráficos de hoy les podrá interesar en el aspecto estético por tratarse de una pieza concebida antes de que su oficio se profesionalizara en el país.

    A un productor de espectáculos le servirá para darse cuenta que entonces y ahora el recurso publicitario es el mismo; pegatina de afiches en la vía pública.

    A quienes investigamos el pasado de nuestra comunidad, contar con ese afiche ajado pero aún colorido nos ayuda a sentirnos más cerca de lo que fueron esas fiestas en las que se gestaron muchas familias del City Bell de hasta hace quince, veinte años: los bailes de los clubes locales produjeron romances, parejas y matrimonios que han dejado su huella en un pueblo que por entonces era demasiado joven.

    No disponemos de grabaciones de los artistas anunciados en ese afiche, pero podríamos escuchar, mientras lo contemplamos, interpretaciones de Varela-Varelita, o de las grandes orquestas típicas que han trascendido en el tiempo de la mano de Pugliese, D’Arienzo, Cambareri y otros asiduos y famosos animadores de aquellas noches citybellinas a cielo abierto.

    Por eso, cuando al afiche le sumamos recuerdos y testimonios, nombres y costumbres que le son contemporáneos, ese pedazo de papel adquiere otra dimensión. Es, ahora, un trozo de historia.

    Lo decíamos al principio: cachitos de historia que nos esperan donde menos lo esperamos. Esa historia que no está en los libros sino en el relato de los mayores que, por ley de la vida, se van yendo con sus recuerdos.
------------     
 28 sep 16


Logo

Logo
Principal