Parece que era cierta, nomás,
aquella idea infantil de que había unos tipitos así de chiquitos dentro de
la radio de cuando éramos chicos que hablaban, cantaban o tocaban música cada
vez que el aparato era encendido. Y que cuando era apagado, se dormían en su
interior, acurrucados en un rincón a la espera de que la perilla volviera a la
posición de encendido.
La Philco Tropic presidía la cocina de casa. |
Hace un par de domingos, cuando
la Philco Tropic con gabinete de baquelita que vivía en aquella repisita
casera en lo alto de una de las paredes de la cocina volvió a ser enchufada y
encendida, después del ineludible tiempo de espera para que las válvulas se
calentaran y una tormenta ruidosa desempolvó el parlante, girando el dial se
oyó la voz inconfundible de un locutor de aquellos tiempos en los que a estos
señores se los llamaba speakers.
Recuerdos en el éter
Era un programa de tangos en la
mañana dominica y si no fuera porque en algún momento la voz de Arturo Furnó
identificó a la emisora como Estación 8-20 transmitiendo -desde Lomas de
Zamora- el programa Cuando tallan nos recuerdos, el cronista estaba
creído que se trataba de una propalación al éter de radio Stentor, o Prieto,
o Porteña...
El tono, la prosa y la cadencia
del locutor parecían traídos de un tiempo lejano. La tormenta eléctrica que se
abatía aquel día contribuía a recrear una transmisión de aquéllas, y si algo
faltaba al cuadro nostálgico, era el sentimiento del conductor del programa.
"Escuchamos la voz de Fulanito de Tal, que nos dejara lamentablemente
en tal fecha"... "Era Mengano, que se fue con el Señor tal
otro día"...
Y el clímax fue -y cómo no- tras
escuchar a Carlos Gardel en Arrabal amargo: Furnó se despachó con un
"Gracias por estar en mi programa, querido papá de todos los cantores".
Una radio en el hogar
A través de ese receptor radial
supimos ser parte de Calle Corrientes, La revista dislocada, El show del minuto,
La gallina verde, Rulos y moños, Charlando las noticias, Rapidísimo, Mañanitas camperas,
Fontana show, La vida y el canto... aquellos programas que se escuchaban en
casa durante los años '60 y principios de los '70 y por los cuales el escriba
empezó a sentirle el gustito a eso que es la radiofonía.
Por esa radio supimos de Horacio
S. Meyriale, de Blakie, de Roberto Gil, de Sandrini,
de Délfor, Garaycochea, Merellano, Ricardo Jurado, Julio Lagos, Héctor
Larrea, Jorge Fontana, Rina Morán, Horacio de Dios, el peruano Guerrero
Marthineitz, María Esther Vignola, Antonio Carrizo, Jorge Vaccari...
También supimos, cómo no, del derrocamiento
del presidente Arturo Illia, circunstancia ésta y otras similares que
ameritaban correrse hasta el principio del dial para sintonizar radio Colonia
con el estilo inconfundible de Ariel Delgado en la locución de noticias.
Hay unos tipitos adentro
Los domingos la radio parecía
preparada sólo para propalar tangos o carreras de Turismo de Carretera. Rara vez
el fútbol se metía en su rutina de Rivadavia, Continental, Belgrano, El
Mundo, Splendid o Provincia.
Por eso, porque en esa Philco
escuchamos a Julio Sosa, Alfredo De Ángelis, Darienzo, Basso, Fresedo,
no nos sorprendió que el dos por cuatro brotara con afán cuando muchos años
después volvimos a encenderla. Es que aquella fantasía de los tipitos habitando
la radio parecía recrearse y hasta confirmarse. No podía ser que después de
tantos años, con lo mucho que ha cambiado la radiofonía, en la vieja radio
volvieran a escucharse tangos de aquella época y en un programa de estilo tan
cincuentero.
Es que la magia de la radio
sigue viva. Eso es evidente. Gracias a Dios.