"Salió todo muy hermoso": Tragicomedia en el camposanto, en "Llamalo como quieras" de esta semana.
Como quien no quiere la cosa –me pasó hace más de veinticinco años-, de repente se te muere un ser querido y tenés que afrontar no sólo la perdida tremenda sino también los prosaicos trámites consecuentes.
Entonces alguien te pasa el contacto de quien, independientemente de la funeraria a cargo del velatorio, representa a un cementerio privado y te vende una parcela para que tu familiar fallecido descanse en paz.
Café de por medio, te asesora sobre ubicación y categoría de la sepultura, planes de pago, etcéteras inherentes y trata, a su modo, de que te sientas contenido. Más aún, la encontrás en el entierro –un momento de dolor, intimidad- y tras las últimas ofrendas florales abraza a tus condolientes –sin saber ellos de quién se trata- y al momento de despedirse, en el estacionamiento del camposanto, te dice, efusiva: “¡Salió todo hermoso; nos vemos pronto!”.
Y vos le agradecés, pero en lo más profundo sabés que no hay hermosura en un momento como el que estás viviendo y mucho menos deseás volver a verla nunca más.
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