Como
un fósforo, el ayuno sólo tiene una vida. Uno se despierta después de una noche
de sueño confortable y está en ayunas
hasta el momento en que come algo. Después, deberá esperar hasta el otro día
para volver al estado de ayuno o, por
lo menos, dejar pasar un par de horas.
Quienes
padecemos hipotiroidismo estamos condenados a tomar cada mañana una dosis –el
tamaño varia en cada caso- de levotiroxina,
la hormona en comprimidos que reemplaza a la que la tiroides no produce en la
cantidad necesaria como para llevar adelante una vida normal. Ponele.
Quiere
decir que todo lo que ingiramos luego ya
no será en ayunas, excepto que dejemos pasar unas dos horas, lo cual supone
que arranquemos la rutina cotidiana con el estómago vacío o que nos quedemos en
reposo haciendo tiempo.
Suponiendo que uno es hipertenso, deberá consumir otra medicación –sea comprimido o
cápsula-, preferentemente ni bien se
levanta. Eso hace presumir que entre la pastillita para la tiroides y la de
la presión debe dejar pasar no menos de 20
minutos, pero tampoco mucho más, porque eventualmente llegará tarde al trabajo. Ah, eso sí: antes de levantarse y de comer nada, resulta un buen momento para tomarse la presión y anotar en un papel el resultado para luego mostrarle al médico.
¿Estamos constipados? No es mi caso, pero lo más recomendable es mandarse un buen jugo de cítricos exprimidos como primera ingesta de la mañana. Vale decir, en ayunas...
Hoy
en día está en boga el consumo de semillas por su alto contenido de fibras y
otras bondades. Las semillas de calabaza
son una potencia nutricional con una amplia variedad de nutrientes desde
magnesio y manganeso hasta el cobre, proteínas y zinc. Contienen una gran
variedad de fitoesteroles y antioxidantes. Pueden beneficiar el sistema
cardíaco, el hígado y el sistema inmunológico y ofrecen ventajas únicas para la
salud de la próstata de los hombres (ahí entro yo) y alivian los síntomas de la
menopausia en las mujeres. Un cuarto de taza de semillas de calabaza por día son
suficientes, pero eso sí: es recomendable consumirlas en ayunas.
Vayamos
sacando cuentas: nos despertamos a las 06:30, tomamos la levotiroxina, dejamos
pasar veinte minutos, tomamos la de la presión, veinte minutos después, le
entramos a las semillas de calabaza. Ya se nos hicieron las siete y diez, salvo que antes de todo nos hayamos tomado la presión. Y si
nos olvidamos de tomar la levo y comimos o tomamos, por ejemplo, el comprimido
para la hipertensión, debemos esperar dos horas para volver a estar en ayunas.
Ya son más de las nueve.
Para
estar sanos y no enfermarnos además de atacar la hiperplasia prostática, nada
mejor que dos cucharadas de polen. El
polen tiene una variada lista de enzimas, que forman las proteínas, el
material básico de todas las células, que regulan y activan los procesos
vitales del organismo. Contiene vitaminas A, D, E, B1, C, K y una
completa lista de minerales y oligoelementos: sodio, potasio, magnesio,
calcio, aluminio, hierro, cobre, cinc, manganeso, plomo, sílice, fósforo, cloro
y azufre. La combinación de todos ellos juntos, que no se encuentra en ningún
otro alimento natural o suplemento preparado, hacen de él una fórmula óptima
para reconstruir toda clase de tejidos, debido a su alto valor nutritivo. Pero
hay un problema. Hay que tomarlo en
ayunas. Ya nos vamos acercando al mediodía, y seguimos sin tomar mate.
A todo ésto, puede ser que tengamos acidez estomacal, fruto de alguno de los medicamentos que tomamos
(¿quién no recurre al ibuprofeno, el diclofenac, el paracetamol o la simple
aspirina cumplidos ya los cincuenta años?) y para eso nada mejor que una
cápsula de omeprazol… ¡en ayunas! Es
la única manera de que forme una película protectora en las paredes del
estómago y evitar así que los jugos ácidos las quemen.
Llegué a pensar en poner el despertador una o dos horas antes de
lo necesario para empezar a tomar las medicaciones, pero me pareció una locura.
La ciencia debería solucionar esta cuestión o terminaré tomando otra pastillita
para la obsesión que me genera tomar tanta cosa. Y temo que deba tomarla en
ayunas.
Me parece que de ésta no nos salva ni Dios. Porque si
hemos respetado el ayuno en todos y cada uno de los casos, ya deben ser como
las cinco de la tarde, y nosotros en ayunas. Y si somos personas de una enorme fe y comunión diaria,
ya se hizo la hora de ir a misa. Y debemos abstenernos de comer cualquier cosa
una hora antes de recibir la
Eucaristía.
04 sep 18
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